"Apenas ha habido una sola guerra que no haya contado con participación femenina", escribió el periodista y novelista sueco Stieg Larsson (1955-2005) como apertura de la última parte de su trilogía "Millennium", que acaba de ser lanzada en castellano.
Como ejemplo, el autor del fenómeno literario del momento mencionó que en la guerra civil estadounidense (1861-1865) "se estima que combatieron 600 mujeres. Lo hicieron disfrazadas de hombres".
En una reflexión que bien puede aplicarse a la gesta emancipadora americana, Larsson dice: "A los libros de historia siempre les ha resultado difícil hablar de las mujeres que no respetan la frontera que existe entre los sexos. Y en ningún otro momento esa frontera es tan nítida como cuando se trata de la guerra y del empleo de las armas".
Por eso, para Quintero, "la comprensión del proceso no apunta a la excepcionalidad, a la heroína, sino a entender que la dinámica histórica incorpora a todos los actores en función de su condición para cuando esos acontecimientos ocurren".
"Fuera del código heroico o de excepcionalidad se podrá comprender lo que significó la participación femenina. Por ejemplo, que los ejércitos admitiesen la necesaria incorporación de las mujeres, pero que las constituciones políticas que siguieron a su esfuerzo no les reconociesen participación en los asuntos del poder", señaló Quintero.
Se precisa aprehender que "las mujeres guerrearon, pero también huyeron, se ocultaron, sufrieron, sembraron, cuidaron casas, familias y fincas, amaron, criaron los hijos y enviudaron, y además estuvieron en el bando contrario, como las olvidadas realistas", dijo Quintero.
La historiadora es autora de una biografía de María Antonia Bolívar, hermana del libertador y partidaria de la corona española.
Guardia sostuvo que "la tendencia prevaleciente en el estudio de la historia descalifica como objeto de estudio el ámbito de la vida cotidiana y, por lo tanto, a las mujeres que han actuado principalmente en ese espacio. No obstante, la vida cotidiana está en el centro del acontecer histórico".
Para Quintero "cuando se establece distancia entre la realidad y seres excepcionales, como con Sáenz, no se revaloriza historiográficamente el papel de la mujer sino la significación de una heroína desde el código patriótico de quien elabora el discurso".
"Pero eso no tiene consecuencias sobre la significación de la mujer en la historia, ni sobre la vida femenina ni sobre los problemas de la mujer contemporánea", concluyó.
Juan D. Ramírez
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